En el marco de la comisión asuntos constitucionales hubo una sesión maratónica el día 4 de Agosto de 2016, donde los proponentes de la reforma expusieron sus argumentos, y hubo  intercambios ricos entre políticos, expertos y académicos.

El nuevo gobierno argentino, que asumió en diciembre de 2015 está impulsando una reforma electoral que tiene como uno de sus puntos más controversiales la inclusión de la denominada Boleta Única Electrónica (BUE). En este post, nos proponemos explorar el estado actual del debate sobre el llamado voto electrónico, en el contexto argentino. Primero, precisamos una serie de conceptos claves para entender el debate. Luego, proveemos un análisis sobre los puntos más debatidos en la actual coyuntura argentina. Finalmente, planteamos una serie de preguntas

¿Qué se entiende por voto electrónico? El sistema de voto en que los componentes electrónicos del sistema y no los impresos son los que determinan el resultado de la elección. Hay otra definición, de Álvarez y Hall “la acción del votante que convierte su selección en una cadena de señales electrónicas define la condición de voto electrónico”  que apunta en la misma dirección.

Dentro del paraguas de voto electrónico caen varias modalidades diferentes. Hay sistemas que usualmente se denominan DRE, cuya sigla en inglés significa Direct Recording Electronic Voting Machines, en donde el acto de generar el voto y contarlo se encuentran en la misma máquina. Esos sistemas pueden o no tener un registro en papel y son peligrosos ya que en la última década y media han sido víctimas de ataques varios.

Una alternativa es el llamado IRE, que significa Indirect Recording Electronic Voting Machines, en el que se trata de emular lo que uno hace cuando vota a mano. O sea, el votante plasma su voto en un algún objeto físico que se coloca en una urna donde allí se anonimiza y posteriormente se cuenta.

Esos sistemas se han mostrado como mucho más seguros que los sistemas DRE con o sin papel. Los DRE son peligrosos porque vulneran el secreto del voto dado que la misma máquina que los genera los cuenta, entonces el votante por su cuenta no puede saber si su votó será revelado de alguna forma.

El voto electrónico actualmente se encuentra implantado en Estados Unidos, Brasil,  Venezuela, India, Bélgica y Filipinas. Diferente es el caso de Estonia, que tiene votación por internet y tiene diferencias sustanciales. Asimismo se encuentra en estudio por casi dos decenas de países y se encuentra prohibido  en varios países como son Alemania, Reino Unido, Irlanda, Holanda y Finlanda.

Los sistemas de voto basados en boletas de papel han presentado históricamente algunos problemas que se intentan abordar con la incorporación de tecnología al proceso electoral. Alguno de ellos ha sido el robo de boletas o listas en los circuitos, la dificultad que tienen partidos menores en tener sus listas en todos los circuitos, confusiones entre listas con colores y formatos similares, así como la práctica del ensobrado (esto es cuando se entregan listas con otras listas dentro “ensobradas” que por lo general son referidas a otro cargo o elección que se da en conjunto).

Algunos países han atacado estos problemas usando una “boleta única” en papel. El primero en implementar esto fue Australia en 1856, por ello se la denomina a veces “boleta australiana”. El proyecto del ejecutivo para solucionar estos inconvenientes y mejorar en los tiempos y certezas de los resultados pasa por la inclusión de un sistema de Boleta Única Electrónica, que simularía una en papel.

El debate en Argentina

El primer punto que genera debate sobre la BUE es efectivamente qué es. No contamos con una definición precisa, ya que la propuesta es vaga al respecto y es un elemento central del debate. La posición oficial sostenida desde la jefatura del gobierno de la ciudad de Buenos Aires y el gobierno nacional es que no es un mecanismo de Voto Electrónico, mientras que la oposición y varios expertos indican que efectivamente lo es. ¿Por qué es esto relevante? La razón principal es que, como sucedió en Buenos Aires, al declararse que no es un mecanismo de voto electrónico el mismo no pasa por la legislatura. Sobre lo anterior no hubo acuerdo  y se recurrió al tribunal electoral el cual estableció que no era un voto electrónico, causando que su presidente, el cual disentía, votase en disenso y renunciara.

Al proponer escalar el método a nivel nacional no era posible evitar la discusión de qué era la BUE efectivamente. Sucintamente, parecería que la propuesta del ejecutivo, se basa en una percepción del que sistema electoral necesita algún cambio y entiende que el mismo debe apuntar a ser “moderno”. Se plantea que la boleta en papel tiene errores y que los mismos tanto en naturaleza como magnitud serían solucionados con la incorporación de la BUE.

Entendemos que la crítica sobre la política planteada por el ejecutivo debe considerar que él mismo está cumpliendo sus promesas electorales y que la instancia de la comisión de Asuntos Constitucionales en el Legislativo resultó reveladora en cuanto a los riesgos y problemas que un sistema como la BUE traería aparejado. Es importante remarcar que la experiencia de la comisión fue plural, con aportes de actores de diversa naturaleza y que se tocaron varias aristas del problema, lo cuál fue en sí una buena señal.

Los pilares que deben definir a todo sistema electoral es que el mismo garantice que las elecciones sean genuinas, universales e iguales y protegidas por el secreto. Parecería existir consenso de que avanzar en cuestiones de velocidad, celeridad o exactitud podría minar los pilares previamente mencionados.

Estas fueron las primeras críticas en torno a cuestiones principistas que se levantaron en la sesión. Pasando a cuestiones técnicas y de forma, se planteó la discusión de la BUE como voto electrónico. La relevancia de esto es que no solo requiere aprobación del congreso sino que todo el proceso de generación y conteo es hecho por un medio electrónico. Esto trae aparejado tres problemas claros.

El primero, que va en línea con la sentencia del supremo tribunal alemán es que la auditabilidad del sistema no pueda ser realizada por una persona común, por ello fue dejada de lado.

El segundo es de criterio técnico, ya que como quedó demostrado, las máquinas tienen memoria, algo que va totalmente contra lo planteado en la ley así como algunas de esas computadoras tenían una segunda computadora dentro. Esto no garantiza el secreto, ya que como muestra el Dr. Penazzi, con un algoritmo podría detectarse el orden del voto e identificar qué votó cada persona.

Tercero, el sistema no tiene ningún respaldo en caso de que falle, ya que tanto el voto, como conteo y carga de los datos de escrutinio no es manual, por ende frente a una falla parecería que habría que suspender la elección.

Asimismo el proyecto establece límites y penas para aquellos que deseen auditar el sistema. Un ejemplo claro, es el de ahora sobreseído hacker argentino, Joaquín Sorianello. Sorianello, siguiendo todas las prácticas del denominado “hacking ético”, demostró que el sistema es vulnerable a ataques en áreas sensibles.

Otra instancia es que el sistema electrónico tiene un riesgo de escalabilidad en el error, mientras que el sistema manual y de papel, podría haber un error en un circuito determinado, en el nuevo sistema unas líneas de código podrían ser devastadoras.

Esto fue un criterio planteado por los expertos en seguridad. Que un sistema por definición no puede cumplir al mismo tiempo con los criterios de secreto, verificabilidad e integralidad. Hay que optar. Frente a los desafíos de la vida en colectivo, parece ser que el secreto es el más importante. La certeza de que nadie puede como conocer a quién voté es lo que me vuelve soberano absoluto de esa decisión. Estoy confiado de esto porque es el mecanismo el que me lo garantiza, no una auditoría posterior (a veces inviable) o la opinión de tal o cual experto.

La Democracia de la Modernidad

En este post hemos relevado alguno de los aspectos más relevantes de un tema complejo. Queremos finalizar con algunas preguntas que consideramos relevantes en el debate más general de democracia y nuevas tecnologías.

Existe hoy una fuerte demanda para mejorar nuestros sistemas democráticos, y en particular los sistemas electorales. Esta demanda, en el caso argentino se encuentra justificada debido a las disfuncionalidades que presenta el sistema de votación, las cuáles han dado lugar incluso polémicos procesos de recuento de votos.  Consecuentemente, existe una lógica en los intentos de reforma de estos sistemas.

Las reformas electorales son procesos políticos por excelencia.  El promover la creación o supresión de distritos electorales y alterar la gobernanza del sistema electoral  son debates de una entidad mayor. De no ser saldados con fuertes consensos, generaran riesgos para la legitimidad del sistema democrático en general.  La forma en la cual se lleva adelante el voto, es también un debate político. Pero tiene un componente técnico que torna el debate más complejo. ¿Es necesario debatir ambas cosas a la vez? Más allá de las condicionantes políticas del caso argentino, parecen ser dos preguntas separadas.

En el caso concreto del mecanismo electrónico de votación  parece existir consenso que no da- a nivel técnico- las suficientes certezas a la ciudadanía sobre la validez de los resultados. El trade-off planteado entre celeridad de los resultados y garantías se dio en términos crudos. Las demandas sobre la velocidad, celeridad o inclusive lo inconveniente que pueda resultar contabilizar los votos a mano no hacen más que quitarle importancia y trivializan el momento central de la democracia, la elección.

Las nuevas tecnologías de la información y comunicación tienen  para aportar a la democracia y a los sistemas electorales. Sin embargo ese aporte debe ser guidado, considerando principios esenciales tales como la transparencia del proceso  y la esencialidad de mantenerl voto secreto. Lo cual llama a un debate más sereno y balanceado acerca de cómo se desarrollan estas tecnologías y cómo incluir estos criterios en su diseño, así como a la realización de experimentos controlados  en su implementación. La rapidez y conveniencia, hoy predicadas como grandes virtudes, podrían terminar socavando aún más, los regímenes democráticos.

Aldo Luissi y Fabrizio Scrollini


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